Qué hay detrás de la silenciosa estrategia de la Casa Real que mantiene a la princesa Leonor alejada del bullicio mediático desde su ingreso a San Javier

Hace apenas unos meses la princesa Leonor protagonizaba los titulares tras su travesía por los océanos a bordo del buque de instrucción Juan Sebastián Elcano, un periplo que la llevó a dar la vuelta al mundo y que fue cubierto minuto a minuto por los principales medios del país. De igual modo, su paso por la formación castrense en Zaragoza y en la Escuela Naval de Marín generó una constante presencia de imágenes y videos de la heredera al trono.

Desde su ingreso, el 1 de septiembre, en la Academia General del Aire de San Javier, en Murcia, la exposición pública de la princesa ha experimentado un giro notable. La presencia de Leonor en los medios se ha reducido a unas escasas publicaciones, lo que ha despertado la pregunta de por qué ahora vemos tan poco a la futura monarca.

Nueva fase de discreción para la princesa Leonor

Según informa el diario Mujer Hoy, la Casa Real habría optado por una estrategia deliberada que prioriza la formación y la privacidad sobre la exposición mediática. La prueba de este cambio se constató recientemente cuando el Ministerio de Defensa difundió una serie de fotografías en las que la princesa asistía a una conferencia en la Academia durante la visita de la ministra de Defensa, Margarita Robles. En esas imágenes, Leonor, que cursa el tercer año de su entrenamiento militar, aparecía con el uniforme reglamentario (mono verde oliva y el moño trenzado, conforme a la normativa) y participaba en una demostración de simulador de vuelo junto a otros cadetes.

La diferencia con etapas anteriores es evidente. Cuando la princesa estuvo en el Ejército de Tierra de Zaragoza y en la Armada en Marín, el acceso a su vida era casi constante: vídeos de maniobras, clases, juramento de bandera y celebraciones militares eran difundidos de forma regular. El crucero de instrucción a bordo del Juan Sebastián Elcano alcanzó el punto más alto de exposición mediática, con cobertura minuto a minuto.

En San Javier, la corriente de información se ha reducido a un goteo controlado y estructurado. Ya no se publican actualizaciones frecuentes sobre su día a día, ni imágenes de sus ejercicios o de la vida en el campus. La política de información mínima parece medirse con lupa, limitando la divulgación a lo estrictamente necesario.

Monarquía Confidencial ha explicado que esta discreción responde a una decisión tomada desde el Palacio de la Zarzuela, cuyo objetivo es “proteger al máximo la intimidad de la heredera al trono”. Según la publicación, el propósito de la Casa Real es que la princesa avance en su exigente formación con la normalidad y privacidad que requiere su futuro papel como Jefa del Estado.

Esta línea de actuación resulta lógica, pues la formación militar es compleja y demanda concentración absoluta. Permitir que la princesa Leonor experimente esta etapa sin el ruido constante de los medios puede constituir la mejor manera de prepararla para su futuro rol, garantizando que viva la fase con la mayor normalidad posible, lejos del escrutinio público que siempre la acompañará.

A pesar de este repliegue en su vida privada, el papel institucional de la princesa Leonor sigue evolucionando, aunque de forma más pausada. Su ausencia se ha notado en algunos actos internacionales, como la coronación de Guillermo y Estefanía de Luxemburgo, donde otras herederas de su generación estuvieron presentes. Asimismo, en la última edición de los Premios Princesa de Asturias, el rey Felipe VI manifestó su intención de “cederle progresivamente ese espacio” a su hija, subrayando su compromiso con la fundación y la región asturiana.

Durante la ceremonia de los premios, la princesa pronunció un discurso en el que abordó los problemas actuales de la sociedad y llamó a volver “a lo esencial, a lo básico”. Hizo varios guiños a las generaciones más jóvenes y abogó por recuperar “la trascendencia” frente a la “exhibición narcisista en las redes sociales”.

Fuera de los actos oficiales, una reciente decisión conjunta de la princesa Leonor y la infanta Sofía ha llamado la atención. Ambas rechazaron formalmente la parte del legado que les correspondía del empresario menorquín Juan Ignacio Bala Llabrés, destinando íntegramente su cuota a la Fundación Hesperia, impulsada por sus padres. Con esa medida también renuncian al histórico palacete Bala en Ciutadella, Menorca; la propiedad pasa ahora a manos de los primos, hijos de las infantas Elena y Cristina. La Casa Real confirmó que la familia sigue la misma línea de sus progenitores, destinando todo el patrimonio recibido a la fundación.

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