Parejas LAT, novios que eligen vivir separados: "La convivencia, en nuestro caso, mataría la relación"

En los últimos años, el modelo de pareja “Living Apart Together” (LAT), que combina la estabilidad de una relación con la independencia de vivir en domicilios diferentes, ha cobrado relevancia en la sociedad española. Según la Encuesta de Fertilidad de 2018 del INE y la Encuesta Social General del CIS del mismo año, se cuenta con los únicos datos representativos sobre este tipo de relaciones, que fueron analizados en el monográfico de la Fundación BBVA “La gestión de la intimidad en la sociedad digital. Parejas y rupturas en la España actual”.

El estudio muestra que las parejas LAT suelen superar los seis años de relación, con una edad media de 42 años, y la mayoría no contempla casarse ni volver a convivir bajo el mismo techo, muchas veces porque ya han experimentado la convivencia con otras parejas.

Tipos de parejas LAT y sus motivaciones

El catedrático Luis Ayuso, de la Universidad de Málaga, ha identificado cinco categorías dentro del fenómeno LAT:

  • Jóvenes que prefieren seguir viviendo con sus padres (25%).
  • Personas que carecen de recursos económicos para emanciparse (25%).
  • Quienes aún se están conociendo y no desean dar el paso de la convivencia (7%).
  • Parejas separadas por razones laborales (12‑13%).
  • El auténtico grupo LAT: parejas que eligen mantener su independencia por decisión propia (7%).

Esta última categoría reúne a los casos que mejor ilustran la lógica de la relación “separada pero unida”. A continuación, se presentan varios testimonios que ejemplifican este modelo.

Carolina Osorio y Pablo Zapata se conocieron durante la pandemia a través de una aplicación de citas. Zapata recorrió en bicicleta la distancia entre su barrio de Madrid y Alcorcón para encontrarse con Carolina. Hoy, a sus 49 y 50 años, la pareja mantiene una relación estable sin compartir vivienda. “Yo tengo dos hijos con los que vivo y no me parece justo que él, que no quiere tener hijos, se mude a mi casa”, explica Carolina. Ambos comparten viajes a Colombia y a Euskadi, pero respetan sus rutinas y espacios personales.

María Gómez y su pareja representan el caso clásico de LAT por deseo de independencia. María, educadora social de 45 años, vive en Madrid; su pareja, músico de 36 años, tiene horarios nocturnos. “Para nosotros, cada uno tiene su casa. La convivencia mataría la relación”, afirma. Viven a solo cuatro minutos en metro, lo que les permite verse cuando lo desean, y han acordado una agenda conjunta que incluye escapadas a Malta y Cádiz.

Marisa Blanco y José, una pareja de 57 años con hijos y divorcios previos, también optan por la separación de hogares. José trabaja en Ibiza, mientras Marisa reside en Madrid. “Cuando la vida te dice que no, es que no”, resume Marisa, quien valora la libertad de moverse entre la isla y la capital sin perder su independencia. Además, subraya que la carga de la convivencia suele recaer sobre la mujer, un factor que refuerza su decisión.

Ana Gordillo y Ana Leal, dos profesionales de la treintena, comparten aficiones y pasan entre 4 y 5 noches semanales en la casa de la otra, pero no han decidido vivir juntas. “No tenemos ningún motivo para irnos a vivir juntas”, comenta Leal, mientras Gordillo añade que su relación se basa en “citas, no en inercia”. Ambas consideran que mantener dos hogares les permite preservar una vida propia y evitar la fusión total que a veces acompaña a la convivencia.

El factor económico también es determinante. Según Ayuso, las parejas LAT tienden a pertenecer a un nivel socioeconómico más alto, pues mantener dos hogares requiere recursos que no están al alcance de todas las clases sociales. Los testimonios recopilados confirman que, en la mayoría de los casos, ambas partes ya disponían de una vivienda propia antes de iniciar la relación.

El modelo LAT está redefiniendo la concepción tradicional de pareja. “Hasta los años 70 u 80, la pareja se definía por la convivencia, la economía compartida y la procreación. Hoy, las combinaciones se multiplican: pueden ser parejas del mismo sexo, con o sin hijos, y vivir o no bajo el mismo techo”, señala el sociólogo.

En conclusión, aunque todavía es una minoría y no está plenamente normalizada, la pareja LAT representa una alternativa viable para quienes priorizan la autonomía personal sin renunciar a la estabilidad afectiva. Las experiencias de Carolina, María, Marisa y Ana demuestran que, con acuerdos claros y una base económica sólida, es posible construir relaciones duraderas y satisfactorias sin la necesidad de compartir una vivienda.

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