Luces boreales desde Canarias: el truco del Teide en enero claro
En los últimos días, los habitantes de las Islas Canarias han sido testigos de un fenómeno poco común en latitudes tan bajas: la aparición de auroras boreales con matices rojizos. Este espectáculo se debe a la intensa actividad geomagnética generada por el actual máximo solar, que ha empujado las partículas cargadas del viento solar a interactuar con la atmósfera a niveles más septentrionales de lo habitual.

Debido a la posición geográfica del archipiélago y a la curvatura terrestre, los observadores perciben la parte más alta de la aurora, lo que produce un tono rojizo o púrpura tenue en el horizonte. A diferencia de las verdes cortinas que se observan en Noruega o Islandia, la luz que se percibe en Canarias es más sutil y se manifiesta principalmente en la zona norte del cielo.
Condiciones óptimas para la observación
Los meses de invierno, y en particular enero, ofrecen la combinación ideal de estabilidad térmica y baja contaminación atmosférica. Durante este periodo, la ausencia de calima y la limpieza del aire permiten una mayor claridad visual, ampliando el rango de visión sobre el Atlántico y facilitando la detección de la tenue luminosidad auroral.
Para maximizar las posibilidades de avistamiento, se recomienda desplazarse a zonas de gran altitud, como el Teide en Tenerife o el Roque de los Muchachos en La Palma. Estas cumbres cuentan con cielos extremadamente oscuros, libres de la interferencia de la luz urbana, y su altitud reduce la distancia entre el observador y la parte superior de la aurora.
El uso de aplicaciones móviles que monitorizan el índice Kp y la velocidad del viento solar resulta esencial. Estas herramientas envían alertas en tiempo real sobre la probabilidad de actividad auroral, permitiendo decidir si vale la pena emprender el viaje hasta la cumbre.
Una vez en la ubicación elegida, la fotografía con exposición prolongada y sensores de alta sensibilidad ayuda a registrar lo que el ojo humano apenas percibe. Las cámaras modernas pueden capturar los tonos rojizos que aparecen como una ligera mancha grisácea en el horizonte, confirmando la presencia del fenómeno.
En resumen, la conjunción de una actividad solar excepcional, condiciones atmosféricas invernales favorables y la ventaja de los observatorios de alta montaña hacen de Canarias un escenario inesperado pero viable para la observación de auroras. Con la preparación adecuada y el equipamiento tecnológico necesario, los aficionados pueden vivir una experiencia única que trasciende los límites habituales de la astronomía en latitudes subtropicales.

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