La pescadilla que se muerde la cola: Europa se resigna a dejar el futuro de Ucrania y el suyo propio en manos de Trump

Los dirigentes europeos y de la OTAN continúan insistiendo en que el continente no puede seguir delegando su seguridad exclusivamente en Estados Unidos. En la práctica, la mayor parte de la estrategia europea depende ahora de que el presidente estadounidense, Donald Trump, consiga avances significativos en las negociaciones para poner fin a la invasión rusa de Ucrania.

Las conversaciones de paz, que se han reanudado con un ritmo que no se veía desde los inicios del conflicto, están en una fase crítica. Kiev espera que Washington muestre la audacia y la capacidad necesarias para influir en la postura de Vladimir Putin o, al menos, para presionar a que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, haga concesiones. En este contexto, Europa parece resignada a depender de los resultados que logre la administración estadounidense.

Dilemas estratégicos para Europa

Este escenario plantea dos dilemas principales para la Unión Europea. Primero, la UE debe decidir si sigue confiando en la seguridad que brinda la alianza con Estados Unidos, pese a que la actual administración americana persigue la agenda “Make America Great Again” (MAGA) y muestra poco interés en los asuntos europeos. Esa dependencia mantiene alejada la aspiración de autonomía estratégica de la UE.

En segundo lugar, mientras Ucrania es un punto central de preocupación para Europa, para Washington el conflicto representa una prioridad secundaria. Trump ha manifestado que prefiere concentrarse en otros focos, como la situación en Venezuela, y ha expresado su intención de “resolver rápidamente” la guerra en Ucrania.

El senador estadounidense Marco Rubio, que forma parte de la delegación que acompañó al presidente en la cumbre, señaló que “Putin es el único que puede acabar con la guerra”, pero también subrayó que Estados Unidos no busca una solución que beneficie particularmente a Europa. Según Rubio, “esta no es nuestra guerra; no hay soldados estadounidenses en el frente. Nos comprometemos porque somos los únicos que podemos mediar”. Además, advirtió que es imposible negociar la paz con Rusia mientras los canales de comunicación con el Kremlin estén cerrados.

Por su parte, la OTAN mantiene una postura de espera. El secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg, indicó que no reaccionará a cada provocación de Putin y que la organización está atenta a los resultados de las negociaciones lideradas por Trump. “Esperaremos a ver qué se logra en la mesa de diálogo”, afirmó.

Los aliados europeos adoptan posturas variadas. España, por ejemplo, ha declarado que la alianza atlántica sigue siendo “defensiva” y está preparada para cualquier escenario. Alemania, en cambio, adoptó un tono más enérgico: “Nuestro mensaje es claro: somos capaces de actuar, somos eficaces y estamos dispuestos a defender nuestra seguridad, nuestra libertad y el orden de paz en Europa”, señaló el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Jan Wehling, en declaraciones compartidas también por Países Bajos y los Estados bálticos.

En el plano de la Unión Europea, el papel del bloque en las negociaciones es limitado. La UE ha aprobado, sin embargo, la suspensión progresiva de las importaciones de gas y petróleo rusos, con un calendario que se extiende hasta 2027, y sigue trabajando en el vigésimo paquete de sanciones contra Moscú.

Paralelamente, Bruselas presentó este miércoles una propuesta para utilizar los activos rusos congelados como garantía de un préstamo destinado a la reconstrucción de Ucrania. La iniciativa, presentada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, busca cubrir 90.000 millones de euros en apoyo a Ucrania para 2026 y 2027. Según la Comisión, los fondos se canalizarían a través de un mecanismo de “préstamo de reparación” y Ucrania tendría que devolverlos una vez que Rusia pague las reparaciones correspondientes.

El comisario europeo de Economía, Valdis Dombrovskis, defendió la propuesta señalando que “se alinea con el Derecho internacional, maximiza la presión sobre Rusia y envía un mensaje claro de que su agresión no prevalecerá”. Sin embargo, Bélgica, que alberga cerca del 62 % de los activos congelados, se mostró escéptica y se opuso a la iniciativa pese a las garantías ofrecidas por la Comisión.

La UE deberá esperar la cumbre de líderes programada para este mes para conocer el destino de la propuesta, cuya complejidad e importancia son evidentes.

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