La falta de obreros y materiales crea el cóctel de la reforma interminable: "Más te vale tener dinero y otra casa en la que vivir"
Una reforma que se prolonga durante años se ha convertido en una verdadera pesadilla para muchos propietarios. Raquel Pérez, psicóloga de 27 años de Ocaña, lleva tres años intentando convertir un piso en construcción en un hogar habitable y ha sufrido una serie de retrasos que la han dejado sin poder vivir en su propia vivienda.

Según el Informe sobre el sector de la construcción 2023 de la Fundación Laboral de la Construcción, más del 50 % de las empresas del sector afirma que sus proyectos se retrasan porque es difícil encontrar mano de obra cualificada en los oficios de albañilería, fontanería y electricidad. En estos tres gremios, el 70 % de las ofertas de empleo permanecen abiertas más de un mes, y sólo el 20 % de los trabajadores en activo cuenta con una formación acreditada y actualizada.
Problemas que retrasan las reformas
Raquel describe el estado de su piso como un caos de materiales y herramientas: yeso, botes de pintura derramados, espátulas, pinceles y bolsas de plástico con cubiertos, metros y otros utensilios de obra. “La reforma se ha convertido en un infierno doméstico”, afirma, y explica que la falta de materiales, agravada por el aumento de precios tras la guerra en Ucrania, ha paralizado el trabajo del carpintero y, en consecuencia, el del albañil.
Además, la escasez de profesionales obligan a los oficios a “jugar con peones”: los albañiles contratan ayudantes temporales que cambian de obra día a día, lo que alarga los plazos. “Cuando un profesional no está, el siguiente tampoco puede avanzar”, señala Pérez.
El caso de Raquí no es aislado. Nacho Fernández, director de desarrollo técnico de Lumon España, explica que la falta de coordinación entre los distintos gremios genera una cadena de dominó: si falta un albañil, no pueden avanzar los instaladores de cristales, y el retraso se traslada a la siguiente obra, encareciéndola por la inflación de materiales como aluminio y acero.
Henar Plaza, experta en marketing de Brunete, vivió una experiencia similar. La empresa contratada se ausentó en varias ocasiones sin previo aviso, provocando interrupciones diarias en la obra. “El desescombro se completó rápidamente, pero la fase estructural se volvió mucho más lenta”, comenta, añadiendo que la falta de una planificación realista y la mala coordinación entre proveedores complicaron aún más el proceso.
Para ambas mujeres, la situación se vio agravada por circunstancias personales: Raquel tuvo que mantener a sus dos gatos en casa de sus padres mientras la reforma estaba incompleta, y Plaza necesitaba terminar la obra antes de la llegada de su bebé, lo que no ocurrió.
Los profesionales del sector coinciden en que la raíz del problema es la escasa renovación de la plantilla. El carpintero de Raquel, de 63 años, es “uno de los más jóvenes” en su oficio; la mayoría de oficiales de primera supera los 58‑59 años y, al no estar bien remunerados, muchos evitan entrar al sector.
Frente a este panorama, los expertos proponen varias medidas:
- Fomentar la formación profesional en colegios e institutos, modernizando la imagen de los oficios de la construcción.
- Crear planes de desarrollo y retención de talento para que los jóvenes vean el sector como una carrera atractiva.
- Mejorar la planificación de los proyectos, asignando equipos y recursos de forma óptima y realista.
- Garantizar la calidad de los materiales y la contratación de mano de obra cualificada, aunque implique costes mayores.
Mientras tanto, Raquel advierte a quienes consideren emprender una reforma “que tengan un colchón económico y, si es posible, una vivienda alternativa donde vivir”. Añade que la paciencia y el acompañamiento de personas de confianza son esenciales para sobrellevar el estrés que genera una obra que se extiende indefinidamente.

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