Investigadores trabajan en una futura memoria RAM creada a partir de hongos que podría dejar atrás al silicio
Un equipo internacional de investigadores ha demostrado que el micelio del hongo shiitake puede servir como base para la fabricación de una memoria RAM funcional, marcando un paso significativo hacia la creación de chips biológicos, sostenibles y de bajo coste. El dispositivo, denominado “mushristor”, funciona como un memristor —un componente capaz de recordar su estado eléctrico previo— y ha mostrado resultados comparables con los de los chips tradicionales fabricados en silicio.

El experimento consistió en cultivar micelio de shiitake en placas de Petri, secarlo al sol para estabilizarlo y conectarlo a un circuito especialmente diseñado para medir su respuesta eléctrica. Al aplicar diferentes tensiones, los investigadores observaron variaciones de resistencia que permiten almacenar y recuperar información. El mushristor alcanzó una frecuencia de 5 850 Hz con una precisión del 90 %, lo que equivale a un tiempo de conmutación de aproximadamente 170 µs. Aunque los memristores comerciales superan esta velocidad, los resultados son prometedores para una tecnología emergente de bajo coste.
Implicaciones y desafíos de una RAM basada en hongos
Según John LaRocco, coautor del estudio y profesor de la Universidad Estatal de Ohio, el desarrollo de microchips capaces de imitar la actividad neuronal de los hongos podría reducir significativamente el consumo energético cuando los dispositivos están en reposo. El shiitake se eligió por su resistencia y durabilidad frente a factores ambientales como la humedad. Los investigadores también descubrieron que, al incrementar el voltaje, el rendimiento del micelio disminuye, pero compensaron este efecto añadiendo más muestras al circuito.
Si bien aún falta mucho para que un ordenador completo basado en micelio sea viable, la investigación abre la puerta a la fabricación de componentes como tarjetas RAM y CPUs más ecológicos. En 2023, el laboratorio de computación no convencional (UCL) de la Universidad del Oeste de Inglaterra ya había construido un prototipo de PC hecho mayormente de micelio, demostrando que los hongos pueden transmitir señales eléctricas y almacenar información.
Esta línea de investigación llega en un momento en que la creciente demanda de inteligencia artificial ha generado escasez y aumento de precios en componentes de hardware tradicionales. La posibilidad de producir memorias y procesadores a partir de materiales biodegradables ofrece una alternativa sostenible que podría aliviar la presión sobre los suministros de silicio y otros materiales críticos.
Los científicos resaltan que, aunque la capacidad de procesamiento de los sistemas fúngicos actuales es limitada —no pueden ejecutar juegos ni aplicaciones exigentes— presentan ventajas como tolerancia a fallos, reconfigurabilidad y consumo energético extremadamente bajo. Estas características podrían resultar útiles en entornos donde la resiliencia y la eficiencia energética son prioritarias, así como en futuras arquitecturas de inteligencia artificial y computación cuántica.

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