El misterio de cómo las aves saben siempre hacia dónde volar apunta a un órgano muy concreto

Un estudio publicado recientemente en la revista Science revela que las palomas pueden percibir el campo magnético terrestre mediante corrientes eléctricas generadas en su oído interno. El hallazgo, que combina técnicas de mapeo cerebral y secuenciación de ARN de células individuales, sugiere la existencia de una “brújula biológica” oculta en el sistema vestibular, la misma estructura que controla el equilibrio.

Una brújula biológica en el oído interno

Durante décadas los científicos han intentado desentrañar cómo aves migratorias, sin mapas ni GPS, logran atravesar continentes y océanos con una precisión asombrosa. Hipótesis anteriores apuntaban a la retina, donde se proponía un mecanismo cuántico, o al pico, que podría contener partículas de óxido de hierro actuando como diminutas agujas magnéticas. La nueva investigación descarta esas teorías y centra la atención en el oído interno.

El equipo, liderado por Eric Warrant, investigador en biología sensorial de la Universidad de Lund (Suecia), describió la vía neuronal que conecta el órgano vestibular con regiones cerebrales encargadas del procesamiento espacial. Al mover la cabeza, los tres canales llenos de fluido del oído interno detectan los tres vectores del campo magnético terrestre (x, y, z). Esa detección se traduce en señales eléctricas que el cerebro interpreta como orientación.

El estudio también identificó una proteína sensitiva a cambios eléctricos que se expresa en las células vestibulares de las palomas. Esta proteína presenta una inserción de diez aminoácidos, una modificación genética que, según los autores, permite captar las corrientes inducidas por el campo magnético. En 2019 se había demostrado que las palomas expresan dicha proteína, y la presente investigación confirma su papel funcional.

Los resultados reducen considerablemente la lista de posibles sistemas involucrados en la magnetorrecepción animal, señalando al oído interno como el principal candidato. Además, el mecanismo parece operar en completa oscuridad, a diferencia de otros modelos que dependen de la luz para activarse.

Los autores proponen que futuros experimentos utilicen la tecnología CRISPR para eliminar la secuencia genética responsable de la proteína sensitiva y evaluar si la capacidad de detectar campos magnéticos desaparece. Esa prueba sería decisiva para confirmar la hipótesis de la brújula biológica interna.

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