En el Sol también llueve: así son las cascadas de plasma que intrigan a los astrónomos
El estudio del Sol es una tarea compleja que requiere el uso de telescopios tanto en la Tierra como en el espacio. Gracias a estas observaciones se ha confirmado la existencia de la llamada “lluvia solar”, un fenómeno de condensación del plasma en la corona que ha despertado gran interés entre los astrónomos.

¿Qué es la lluvia solar?
La lluvia solar, también conocida como “coronal rain”, no tiene nada que ver con la precipitación de agua que ocurre en la Tierra. Se trata de un proceso en el que el plasma caliente de la corona se enfría rápidamente, aumentando su densidad y descendiendo bajo la influencia de la gravedad solar hacia capas más bajas de la atmósfera estelar. Al caer, forma finas estructuras de plasma que se asemejan a hilos o “cascadas” y que pueden observarse con instrumentos de alta resolución.
Este fenómeno es crucial para comprender la dinámica térmica de la corona y los mecanismos de transferencia de energía que regulan la temperatura de la atmósfera solar, que oscila entre varios millones de grados en la corona y unos pocos miles de grados en la fotosfera.
Importancia de su estudio
- Permite refinar los modelos de calentamiento y enfriamiento de la corona, un problema abierto en la física solar.
- Contribuye a predecir la aparición de erupciones y tormentas solares que pueden afectar las comunicaciones, los satélites y la red eléctrica terrestre.
- Ayuda a interpretar la composición química de la corona, especialmente la distribución de elementos como el hierro, que influyen en la radiación emitida.
Investigadores como Luke Benavitz y Jeffrey Reep han demostrado que los modelos previos, basados principalmente en la medición del hierro, subestimaban la complejidad de los procesos de enfriamiento. Al incorporar observaciones de coronal rain y de otros trazadores espectrales, sus estudios han ajustado la comprensión de por qué la temperatura y la composición química de la corona varían en distintas regiones.
El avance en este campo ha sido posible gracias a misiones espaciales como la sonda Solar Orbiter, operada conjuntamente por la NASA y la ESA, y a telescopios terrestres de alta resolución que permiten capturar la evolución del plasma en tiempo real.
En resumen, la lluvia solar constituye una pieza clave para desentrañar los misterios de la atmósfera solar y, por ende, para proteger los sistemas tecnológicos y la vida en la Tierra frente a los efectos de la actividad solar.

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